Como la silver economy hará crecer los seguros de vida

¿Cómo va a influir la llamada silver economy en los seguros de vida? ¿Qué previsiones existen? Lo vemos en las siguientes líneas.
El envejecimiento de la población, la caída sostenida en las tasas de natalidad y la concentración de la riqueza en los grupos de edad más avanzados están provocando una transformación profunda en el sector asegurador, especialmente en el ámbito de los seguros de vida.
Este fenómeno demográfico, que afecta de manera directa a los países más desarrollados, está redefiniendo las necesidades financieras y de protección de una parte creciente de la sociedad.
De cara a 2050, las previsiones apuntan a que cerca del 27 % de la población en los mercados avanzados tendrá más de 65 años.
Esta realidad obliga a las aseguradoras a replantear su enfoque, desarrollando productos que no solo contemplen la acumulación de capital durante la etapa laboral, sino también su desacumulación en el retiro.
Los seguros deben evolucionar hacia soluciones integrales
El último informe sigma de Swiss Re, centrado en lo que se ha denominado silver economy, expone claramente esta necesidad: los seguros deben evolucionar hacia soluciones integrales que combinen planificación patrimonial y financiación de cuidados personales durante la vejez.
Según el informe, "los aseguradores deberán pasar de enfocarse en la acumulación de riqueza durante la vida laboral a la fase de desacumulación en la jubilación".
Esto implica convertir los activos acumulados en rentas estables a través de productos como rentas vitalicias o pensiones privadas, al tiempo que se garantiza el acceso a servicios de cuidado a largo plazo.
Incremento de la esperanza de vida
Un dato que no puede pasarse por alto es que, en muchos de estos mercados, una persona que se jubile a los 65 años puede llegar a vivir, en promedio, otros 23 años.
Este aumento en la esperanza de vida conlleva el riesgo creciente de que los ahorros personales no sean suficientes para cubrir todos los gastos durante esa etapa.
Ante este contexto, el estudio propone alternativas innovadoras. Entre ellas, destacan los fondos de riesgo compartido de longevidad, que combinan protección frente a tres riesgos principales: mortalidad, longevidad y salud.
Este enfoque permite repartir el riesgo entre los participantes, ofreciendo una solución más eficiente ante la incertidumbre de una vida más larga.
Además, se señala la necesidad de crear coberturas específicas para cuidados a largo plazo y para enfermedades como el cáncer, que afectan de manera significativa a las personas mayores.
Hoy en día, muchas pólizas pierden su vigencia justo antes de la etapa de la jubilación, lo que deja desprotegido a un segmento vulnerable de la población. Por ello, las aseguradoras tienen ante sí la oportunidad de rediseñar sus productos para adaptarse mejor a las nuevas realidades demográficas y sociales.
Algunos países ya han dado pasos firmes en esta dirección. En Francia, por ejemplo, se ha popularizado el uso de seguros complementarios que refuerzan el sistema de salud estatal, proporcionando una cobertura más completa a los ciudadanos en edad avanzada.
En el continente asiático, naciones como Tailandia y Corea del Sur han desarrollado seguros específicos para personas mayores, centrados especialmente en la protección frente al cáncer, una enfermedad cuya prevalencia aumenta con la edad.
Estos ejemplos ilustran que es posible anticiparse a los cambios y ofrecer soluciones aseguradoras alineadas con las nuevas necesidades de la población.
Las compañías del sector deben aprovechar esta coyuntura para innovar y ampliar su oferta, fomentando productos centrados en la longevidad, el bienestar y la estabilidad financiera durante la vejez.
